Todos nuestros ayeres. Natalia Ginzburg


Uno es con la historia, leí en algún lugar en estos días. Una es con la historia, yo soy con la historia.

Esta novela de Natalia Ginzburg no podía no sacudirme, porque yo estoy hecha con parte de esa historia, con la de un pueblito, con mujeres que callan y todos los que hablan, con Italia en la guerra, con el racionamiento, con la nieve sucia y los lamentos. Con las cosas que la nona Catalina no contó, calló siempre, y con aquellas que podían adivinarse en los gritos entonces incomprensibles del nono Cayetano.

Esta historia de Ginzburg es mi historia. Yo soy con la historia.

(Junto al libro, una foto que el nono sacó a su casa, donde también nació mi papá, en 1974, en su única vuelta; la otra, una postal de la misma época, donde se ve el Monumento a los caídos, en Sant'Angelo dei Lombardi)








Natalia Ginzburg. Todos nuestros ayeres. Lumen, 2016

Resumen de la editorial
A veces basta la mirada ingenua de una chiquilla para arrancar una historia que cambiará la vida de dos familias y del mundo entero. Anna, un bicho triste y perezoso en palabras de la propia Ginzburg, es esa niña apocada que vive en un pueblo del norte de Italia en los años previos a la segunda guerra mundial y se enamora de los juguetes de su vecino; es también la joven que casi sin protestar se somete a la violencia del sexo, y es la mujer que sigue a Cenzo Rena, un hombre treinta años mayor que ella, a un lugar inhóspito del Sur tras convertirse en su esposa.
Anna calla, mientras todos a su alrededor hablan y gesticulan: hay quien pasa las noches tramando atentados contra Mussolini, otros que se pasean en coches descapotables o se fugan de repente, y algunas que sufren mal de amores mientras cosen el ajuar. Al principio los dramas íntimos dominan la escena y lo que ocurre más allá de las cuatro paredes es algo lejano, pero la guerra no perdona. Con las bombas llegan las decisiones importantes y los actos extremos: el escenario se abre, respira dolor, pide dignidad, y el miedo es moneda común. Cuando finalmente todo acaba, los pocos que sobreviven tendrán que vérselas con un vacío lleno de preguntas sin respuesta.
La que muchos han calificado como la mejor novela de Natalia Ginzburg, nos devuelve página a página los gestos de su gente y los años del siglo XX que cambiaron para siempre el destino de Europa: en la mirada de Anna, la protagonista de esta historia, está nuestro pasado.

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