La mujer rota. Simone de Beauvoir


Estaba leyendo tres libros y estudiando (ejem). El feminismo en mi vida, de Marcela Lagarde, un libro que leo con lentitud, respeto y admiración. Leo también, en un estado muy diferente Crítica del neoliberalismo, de José Pablo Feinmann. Y leo de a poco, porque me quedan apenas una novela y media por leer de ella, a Elena Ferrante.

Lagarde trae desde sus ensayos mucha gratitud hacia Simone, de quien me gustaría releer todo. Pero hay una frase en Los días del abandono, en la que la protagonista de Ferrante dice algo así como: "yo no seré como aquella mujer rota". Y asume ante el desmoronamiento de su matrimonio una actitud en principio diferente a la de la Monique de Simone. Y a la que toma la mujer que habla en Y eso fue lo que pasó, de Natalia Ginzburg.

Necesité, entonces, desviarme hacia Simone. Hace más de diez años leí La mujer rota. Y ahora que tengo encima tantas lecturas más, y tanta vida y militancia y miradas más, vuelvo a espantarme de cómo muchas mujeres hemos, en algún momento de nuestras existencias, buscado estrategias para soportar lo que no se tiene ganas de soportar pero se "debe" soportar. Me sigo asombrando de cómo nos formatean para querer así a los varones, para aceptar ser queridas así por ellos. Cómo se construyen algunas vidas alrededor de los otros, para quedarse una vacía después. Y cómo ante esas situaciones, con mucha pericia sacamos a relucir la culpa de ya no ser tan jóvenes, de no haber sido mejores esposas, amantes, madres, de no haber ¡admirado más! a un marido, por ejemplo. Y el mito del amor romántico que sigue tan arraigado. Ay. Vamos avanzando pero cuántos resabios quedan... ¡Cuánto necesitamos al feminismo!

























Simone de Beauvoire. La mujer rota. Sudamericana, 1999

Resumen de la editorial:
“La mujer rota es la víctima estupefacta de la vida que ella misma eligió: una dependencia conyugal que la deja despojada de todo y de su ser mismo cuando el amor le es rehusado.
Sería en vano buscar moralejas en estos relatos; proponer lecciones, no; mi intención ha sido totalmente diferente. No se vive más que una sola vida, pero, por la simpatía, a veces es posible salirse de la propia piel. Me siento solidaria de las mujeres que han asumido su vida y que luchan por lograr sus objetivos; pero eso no me impide, al contrario, interesarme por aquellas que, de un modo u otro, han fracasado y, en general, por esa parte de fracaso que hay en toda existencia”. Simone de Beauvoir




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