La historia. Elsa Morante


Mientras la Historia (esa a la que le ponemos unas mayúsculas por convención, para oponerla a la que va con minúsculas, la que no se discute en las academias) transcurre, la historia se vive. Con esta simpleza construye esta monumental novela Elsa Morante. Porque aunque sea reiterativa, la Historia atraviesa nuestras historias, que es lo mismo que decir, que lo personal es político, y viceversa.

La estructura de cada capítulo se inicia con un breve racconto de lo que sucede en Europa entre 1941 y 1947. La Historia. Luego viene la historia, esta microhistoria atravesada por la Historia que nos regala Elsa.

Como se cuenta en el prólogo, quiso escribir una novela que se vendiera a precios populares, para que fuera leída por la gente común, por los “analfabetos”. Esas víctimas de la Historia que en sus historias no se reconocen como tales.

El relato es a momentos de una crudeza insoportable en el derrotero de los personajes principales y laterales. Pero no hay párrafo en el que no se pueda leer algo que, por no encontrar mejor palabra, defino como ternura.

Sé con certeza que Elsa Morante ya me conquistó, como lo hicieron la guerra, la posguerra, las mujeres y la Italia de Natalia Ginzburg. Como aprendí con ella, yo soy con la H(h)istoria.















Elsa Morante. La historia. Lumen, 2018 (1974)

Resumen de la editorial:
Un día de enero de 1941 un soldado alemán callejea por el barrio de san Lorenzo de Roma, y en ese caminar sin rumbo, con unas copas de más en el cuerpo, el joven se topa con Ida, una maestra viuda y madre de un hijo, que vuelve a casa después del trabajo. Vemos a una mujer de mirada sumisa y caderas anchas que no invitan a la seducción, pero el tiempo apremia. Al día siguiente el soldado se irá para siempre y cualquier abrazo le vale. El hombre sigue a Ida hasta el piso humilde que ella comparte con su hijo. La viola, luego sonríe como disculpándose, fuma un pitillo, se marcha y nunca más sabremos de él. De este acto brutal nacerá un niño, y la historia de la familia de Ida va a llenar las páginas de una novela que aún proyecta una luz intensa en la realidad de hoy. Ida y sus hijos no son partícipes en primera persona de la guerra que asola Europa, y ni siquiera tienen el valor de declararse víctimas: son comparsas, animales tristes que muestran su miseria sin reprochar nada a nadie. Sin embargo, las palabras de Elsa Morante, su modo de escribir tan visceral y próximo, los rescata para siempre y nos los entrega más vivos que nunca. Ella es la cronista de una historia sin Historia, y su mirada no es piadosa porque no necesita serlo. Ida, Useppe, Nino: basta con acompañarlos para no olvidar.
«Como novelista y como lectora, lo que he sentido leyendo La historia es una profunda gratitud hacia Elsa Morante»
NATALIA GINZBURG


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